jueves, 19 de abril de 2018

Arrimadas y la economía del procés


El nacionalismo español presente en el Parlament de Catalunya está enfadado porque la Mesa ha acordado presentar una querella por prevaricación al juez Pablo Llarena, el cual no permite, de manera repetitiva y poco justificable desde el sentido común, la investidura de un candidato a president de la Generalitat. La decisión de querellarse parece un paso lógico de defensa de la democracia, pero ha chocado, por una parte, con el grito en el cielo de los miembros de la Mesa de Cs y PSC; por otra parte, el PP y Cs se han apresurado a anticipar que el paso emprendido podría ser perseguido por malversación de caudales públicos y que velarán para vigilar de muy cerca que el "disparate" no se realice con los "recursos de todos los catalanes". Realmente, lo que diga el Sr. Albiol en este ámbito es poco relevante, porque los diputados de su partido en el Parlamento son cuatro gatos, y espero que no se me malinterprete. En cambio, sí que me ha interesado la reacción de la jefa de un partido importante que tiene una alta representación, como es Ciudadanos.
A la jefa de este partido, la Sra. Arrimadas, le tengo el respeto que corresponde a todo representante del pueblo. Paso por alto que normalmente hace cara de malhumorada (curiosamente, como sus compañeros de partido), que sus mensajes los podría repetir un robot adiestrado, que me hace pensar en una diputada de pasarela (por el vestir, maquillar y peinar) y que tenga comportamientos gestuales de desprecio. Todo eso es estética, lo que cuenta es que la Sra. Arrimadas se quiere arremangar para controlar un gasto específico que afecta a la razón de ser de su partido, que es el anticatalanismo.
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