La política tiene mucho de teatro. Los sistemas democráticos se basan en
la representación en sentido político. Unos mandatarios representan a
unos mandantes. Pero esa representación incorpora un elemento de
espectáculo teatral: las cosas se representan, se fingen. Algo de esto
hay en la reunión entre Sánchez e Iglesias, hecha pública en el momento
de su celebración y como reunión secreta; una reunión secreta de la que se conocía medio de concertación, fecha, hora, lugar, agenda y modus operandi.
Mucho más de lo que se conoce de la mayoría de las reuniones públicas.
Cosa lógica. No era una reunión para tratar contenidos sino una reunión
para que se supiera que los participantes se reúnen.
Lo cual está muy bien, por cierto. Que las dos fuerzas de la izquierda
coordinen y hasta unan sus políticas es lo menos que cabe exigirles. Y
poner en práctica sin desvíos y excusas sus acuerdos. En España puede
haber un gobierno de izquierda de verdad si Podemos corrige la
derechización del PSOE y el PSOE el radicalismo de Podemos. Puede salir
una historia de éxito, como el de Portugal...
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