lunes, 16 de julio de 2018

¡Unidad, unidad!

La unidad soberanista se construirá desde la base y no en los despachos.

El partidismo podría frustrar el soberanismo. Este es un peligro real que lastra el movimiento soberanista desde hace mucho tiempo. El partidismo es tan acusado que casi se carga a las entidades de la sociedad civil. El afán por controlarlo todo es tan exagerado que incluso aburre a los militantes de base de unos partidos que están mal dirigidos y, lo que es peor, que sufren una crisis de identidad bestial. Los dirigentes a sueldo de estos partidos, los que razonan movidos por los intereses partidistas, o los “cuadros” territoriales (¡qué forma de hablar tan antigua!), no lo reconocerán jamás. Pero está claro que desde tiempo atrás este tipo de políticos actúan escondidos detrás de un telón y les cuesta escuchar el latido del corazón de la gente. Esta adhesión ciega a un partido ha puesto en peligro las mayorías parlamentarias, ha fragmentado el soberanismo con maniobras groseras, ha mandado a la “papelera de la historia” a políticos compromisos con la independencia o ha impedido la restitución del president Puigdemont. Las culpas están muy repartidas...
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