martes, 19 de febrero de 2008

LA TRUFA DEL DESIERTO / TISSMAGNA

La más curiosas de las trufas es la tissmagna. Allí donde nada crece, en plenas arenas del desierto, si ha llovido nace una masa de piel dura y tacto esponjoso, con una aroma que recuerda ligeramente al queso.Es el maná que repartían los ángeles al pueblo de Israel en marcha por el desierto, según cuenta la Biblia. Carentes de la presencia de un ángel que reparta maná, los buscadores de trufas del desierto se fijan en las finas grietas en las arena cuando crece la trufa. Si no llueve no hay trufa. Tradicionalmente, esta trufa de vende en los países del Golfo Pérsico, donde es costumbre consumirla como si fuera patata guisada. También se puede comer cruda, pero aunque tenga nutrientes suficientes, hay que estar muy desesperado para considerarlo pan de los ángeles. No obstante, es un sabor nuevo con una magia literaria y culinaria de más de 5.000 años que vale la pena conocer. Petrás en su parada de la Boquearía, muestra la ‘tissmagna” la trufa que crece en el desierto. El maná, en Barcelona, lo importa el desde Argelia.

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