La crisis alimentaría siembra dudas sobre el papel del biocarburante en la seguridad energética y ambiental.
"Un crimen contra la humanidad".
Palabras gruesas que parecen destinadas a los nazis, el Gulag, la Camboya de Pol Pot o Srebrenica. Pero que las Naciones Unidas y el Gobierno de India -el segundo país más poblado del mundo- asocian ahora a los biocombustibles por su incidencia sobre la crisis alimentaría, los precios de los cereales y el hambre que acecha a millones de personas en todo el mundo.La demostración palpable de que el debate ha calado está en los autobuses madrileños: unos 400 autocares de la Comunidad de Madrid circulan ya con carburantes que utilizan en su fabricación cereales o aceites vegetales. Al lado de la flamante pegatina -"funciona con biodiésel"-, en algunos de esos vehículos podía leerse esta semana una pintada siniestra: "Asesinos".
Fuente, www.elpais.com
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