Las retículas se están quedando obsoletas. Más allá del orden, las fachadas buscan otra expresión. Y la cartesiana de los edificios modernos no les parece a muchos arquitectos el mejor espejo de nuestro tiempo.El precursor de una estética gruyère podría ser el japonés Toyo Ito, que ya ensayara las fachadas perforadas en el teatro Matsumoto en Nagano, Mikitomo.O en el más reciente rascacielos levantado en Ginza, el barrio más chic de Tokio, para la firma de perlas cultivadas.
Ito parece dispuesto a apostar ciegamente por este velo organicista que rompe la rigidez de las cajas urbanas al tiempo que termina con la relación entre fachada y estructura del edificio, un clásico de la modernidad.
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