Unas cuantas plumas y un estuche alrededor del pene le bastan para vestirse a Suroba, un papú dispuesto a resistir si el Estado indonesio decide aplicar una ley reciente que prohíbe la vestimenta considerada "obscena".
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Fue un fracaso estrepitoso,
"Llevábamos entonces el koteka y lo llevaremos ahora",
afirma con orgullo.
Como él, son muchos los papús que viven todavía desnudos en el valle de Baliem, una región del centro de la Papúa indonesia, rodeada de altas montañas y sin contacto con el mundo exterior hasta la segunda guerra mundial. Los hombres solo llevan el largo estuche de madera, que sirve sobre todo para proteger el órgano sexual.
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