A una distancia de unos pocos cientos de kilómetros de un agujero negro, del límite a partir del cual ya es prácticamente imposible escapar, el espacio es una vorágine de radiación y partículas que se precipitan hacia el pozo definitivo a casi la velocidad de la luz, alcanzándose temperaturas de millones de grados. En un milisegundo las partículas cruzan esa distancia final, pero algunas pocas se pueden salvar, según sugieren las últimas observaciones realizadas, explican los expertos de la Agencia Europea del Espacio. Leer+...
Ilustración del sistema Cygnus X-I formado por un astro masivo y un agujero negro que está robándole materia en forma de gas.
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