El Sol no alcanzará su mayor actividad hasta uno o dos años después y nunca podrá lanzar una llamarada tan brutal como para destruir por sí sola la Tierra.
Falta poco para 2012, que se ha convertido, por mediación de los amantes de la pseudociencia y de internet, en el año de todas las desgracias. Una de ellas es la posibilidad de que una gigantesca tormenta solar devaste la Tierra. Los científicos han advertido en numerosas ocasiones de la necesidad de protegernos de las eyecciones de partículas del Sol, que pueden, si son fuertes y apuntan directamente a nuestro planeta, provocar serios problemas en nuestras redes de energía y comunicaciones. La propia NASA elaboró hace años un informe en el que se ponía en el peor de los casos y que suponía una catástrofe mundial.
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