" Nadie jamás había tocado sus senos. Había tenido una perfecta seriedad en su pecho. Estaban reservados para que muriesen inactivos en el árbol solitario.
No supo él los senos nuevos e intactos que se llevaba, los senos de miel que tenía entre manos. La noche de sus bodas aquella mujer debió buscar el amante que se diese cuenta.
¡ Qué irreparable pérdida !
En aquella noche, como todas las noches, perdieron su fragancia los senos preciosos en las manos del tratante de naranjas "
Ramón Gómez de la Serna ( 1888-1963 )
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