José M. Caballero Bonald
Tiene 87 años de viejo recién nacido, de alumbramiento hecho verbo, la virtud de la palabra sin fórceps. Hablamos con el poeta que probó a ser marino, con el náufrago que acabó en prisión, con el barroco sencillo. Él lo resume en cuatro letras: "Llámame Pepe".
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'El que está seguro de todo es un imbécil'
- Con el paso del tiempo, ¿lo único seguro es dudar?
- La duda es fundamental. El que está seguro de todo es lo más parecido que hay a un imbécil. La duda te obliga a pensar, a sortear los errores, a seguir adelante. Con los años vas dudando más. La duda es un acicate para seguir viviendo. Si yo no tuviera dudas me preocuparía mucho. No hay que perder el hábito del dudoso, hay que intentar corregir las erratas de la historia.
- ¿Qué párrafo le cambió la vida?
- Digamos que el título de un libro mío, Somos el tiempo que nos queda. Uno es según lo que ha vivido, pero también según lo que le queda por vivir. Si uno tiene mucho tiempo por delante, vive más acelerado. Pero si el tiempo se acorta intenta vivir de una manera más apacible... Eso sí, cada vez crees en menos cosas, hay una sensación de pérdida que es una cabronada.
- ¿Qué ve a su izquierda y qué ve a su derecha?
- Ideología no veo por ninguna parte. Yo sólo veo expertos en economía, políticos que luchan entre ellos por cuestiones de impuestos, recortes, primas de riesgo..., pero la lucha ideológica se acabó. Hay un nuevo dios social que lo ha desplazado todo: la economía. El pensamiento político, el pensamiento crítico no aparece por ninguna parte, acabaron con él los economistas
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