viernes, 9 de enero de 2015
THE 7,39
Son las 7:39 de hoy o de ayer, y dos tipos cualquiera cogen el tren desde Paddington hasta Waterloo. Se llaman Carl y Shally, y discuten por el último asiento libre. Son un hombre y una mujer, heterosexuales y bien parecidos, pero no hay flechazo alguno. En contra de lo que estén pensando, no lo habrá. Discutirán por la última plaza, pero acabarán sentados frente a frente.
Ella leerá, él se arrugará en el asiento culpable por haber pagado sus frustraciones personales con una desconocida. Porque Carl no es infeliz, pero tampoco feliz. Simplemente está en nuestra misma confortable, anodina y monótona balsa de aceite. Casa, trabajo, casa, familia y vuelta a empezar. Tiene cuarenta años, y una vida vacía de sobresaltos: su hija quiere un violín y su jefe es un tirano. Pero el despertador suena cada vez más atronador por las mañanas.Leer más
Deja un buen sabor de boca al acabar. Porque la historia es plenamente verosímil. Ver gente normal, sin poderes especiales, sin ser más listos que nadie, hace que te identifiques y que sientas simpatía por los protagonistas. Totalmente recomendable (a pesar de no haber sangre, tiros y naves espaciales). Sobre 10 un 8
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