No hay sala de juegos, cena de gala con el capitán, excursiones programadas ni cola en el desayuno bufé. Por no haber ni siquiera hay televisión en el camarote. Los pasillos están desiertos. En el puerto de Rotterdam embarcamos en el OPDR Cádiz, un carguero de 128 metros de eslora, sin más compañía que los esquivos catorce miembros de la tripulación, setecientos contenedores, agua y silencio. Nuestro barco cargará y descargará mercancías en A Coruña, Lisboa, Melilla, Motril, Cartagena, Sevilla, Cádiz, Gibraltar, Casablanca y las Islas Canarias.
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