jueves, 7 de mayo de 2015

CARRETERAS

Las carreteras más espectaculares del mundo
A través de paisajes que cortan la respiración y dejan sin aliento, con un trazado infinito de curvas impresionantes, al filo de los precipicios, literalmente sobre el mar… Poco importa adónde lleven. Más que una vía de acceso, algunas carreteras son un destino en sí mismo.


Irohazaka, la carretera del alfabeto
Un total de 48 curvas, cada una marcada con una letra de un antiguo alfabeto japonés, son las que suma esta carretera situada a un par de horas al norte de Tokio y que, en realidad, son dos carreteras. La construida en 1954 sirve hoy para bajar hasta los célebres templos de la ciudad de Nikko desde la zona montañosa de Okunikko. La otra, abierta una década más tarde, asciende desde ella hasta el espectacular mirador de Akechidaira y el lago Chuzenji. Entre medias, los bosques especialmente bonitos –y frecuentados– cuando el otoño pinta de ocre y rojo este serpenteante trazado que antaño utilizaban los monjes.

El túnel Guoliang
Trabajo de chinos, en el más amplio sentido de la frase, fue la labor de horadar en las montañas de Taihang este kilómetro encerrado en unos tramos entre las rocas y, en otros, al filo mismo del abismo. Hasta los años 70, los habitantes de esta aldea de la provincia de Henan tenían una comunicación aún peor con el resto del mundo. En vista de que nadie le ponía solución, mandaron a una cuadrilla de aldeanos para tallar centímetro a centímetro este túnel no apto para cardiacos al que en la zona, al parecer, conocen como El camino que no tolera errores.


Los saltos de la Overseas Highway
Doscientos kilómetros sobre las aguas turquesa de los Cayos de Florida, brincando de isla en isla a través de 42 puentes a ras del mar. Unas cuatro horas de conducción de primera por la senda de una antigua vía ferroviaria que, destruida por un huracán en los años 30, se transformó en una de las carreteras panorámicas más asombrosas Made in USA.


Costa Amalfitana
Sí, aunque sea en el cabrio más humilde del mercado, no hay placer comparable al de avanzar descapotado por esta treintena de kilómetros que, entre Sorrento y Salerno, quedan encajonados entre el Mediterráneo y la empalizada perfecta que conforman los montes Lattari. Sorteando los campos de limoneros, al fondo de los precipicios asoma la antigua república marinera de Amalfi, el glamuroso pueblito de Positano y alguna otra meca de los años licenciosos de la dolce vita europea. Fuente+infor
Intentando que me pase el mono de carretera.

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