martes, 13 de marzo de 2018

La desobediencia y la revuelta popular

La desobediencia civil es una de las armas más potentes y efectivas de protesta democrática. Lo es porque la única forma de legitimación de un Estado democrático es el consentimiento y la obediencia voluntaria de sus ciudadanos. "La voluntad del pueblo es el fundamento de la autoridad del Estado", dice la Declaración Universal de Derechos Humanos. Por eso, poner en contradicción la voluntad del pueblo y la autoridad estatal de forma sostenida y masiva tiene efectos devastadores en la legitimidad del sistema.
El objetivo de la desobediencia civil es forzar al aparato represivo del Estado a tomar decisiones que lo deslegitiman. Su éxito es conseguirlo, porque pone de manifiesto que las leyes son injustas y deben cambiar o que las autoridades las aplican arbitrariamente.
El acto de la desobediencia pone al Estado en un dilema en el que siempre pierde: si aplica la represión se deslegitima, si no la aplica pierde autoridad. Basta con que una persona o una minoría estén dispuestos a ir a prisión por defender un ideal de justicia para poner todo el sistema en jaque...

Veamos cuáles son las diferencias principales entre desobediencia civil (DC) y revuelta popular (RP):
  • La DC es un acto estrictamente individual; la RP es acto colectivo y coordinado.
  • La DC es más un acto de denuncia; la RP es más un acto de resistencia.
  • La DC tendrá éxito si participa una minoría, la RP fracasará si no colabora una mayoría.
  • De hecho, la DC sólo aspira a la simpatía de la mayoría, la RP requiere adhesión expresa.
  • Por el anterior, la DC no necesita señalar ni culpar al quien no se une. La RP tiene que hacerlo como mecanismo para obligar a todos a definirse...
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