viernes, 2 de marzo de 2018

La República española siempre empieza en Catalunya

El Parlament de Catalunya, la institución que encarna la voluntad política de los catalanes, ha proclamado -por cierto sin la solemnidad propia de un acontecimiento de esta categoría- la legitimidad del president Carles Puigdemont. Eso significa que los catalanes quieren que este hombre sea su president y si no puede ser es porque el sistema democrático no funciona correctamente o ha dejado de ser democrático. Después, por la tarde, desde el exilio, el muy honorable afirmaba que "nos toca a nosotros encontrar la manera de seguir defendiendo y promoviendo los valores de la República, de defender nuestros derechos democráticos, de denunciar y perseguir los abusos cometidos por el Estado español, y hacerlo a fin de que llegue a todo el mundo. Que el mundo conozca mejor los abusos de un régimen que pone a su jefe de estado al frente de la estrategia de ir a por los catalanes, el inefable e inolvidable "a por ellos" alentado desde una monarquía que ya ha dejado de representar, por decisión propia, a todos los ciudadanos, y que sólo quiere representar a los que piensan de una determinada manera".
Si las protestas del domingo pasado en Barcelona contra Felipe VI marcaron una inflexión en la relación de la monarquía española con los ciudadanos, el discurso de ayer de Puigdemont plantea un conflicto institucional de la Generalitat con la dinastía borbónica que convierte la institución catalana en un foco de disidencia que tan solo empieza y que parece que va para largo. En Girona le hacen el vacío, y Cervera, la ciudad que apoyó a Felipe V, ha decidido retirar todos los retratos de los borbones. A ver quien sigue mañana. Fuente

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