Las revoluciones solo revelan su lógica y su ritmo post festum.
Mientras están siendo muchas veces resultan desconcertantes,
contradictorias, repletas de disensiones y discordias. Recuérdese la
advertencia de Marx: los seres humanos hacen la historia, pero no en
cualesquiera condiciones sino en las que les son impuestas. En el caso
español, además no son solo filosóficamente impuestas, sino también
política, jurídica, coactiva, violentamente impuestas.
Estas confusiones impactan en el ánimo de la gente del movimiento
indepe, en muchos casos negativamente y generando desánimo. La parte
final del discurso de Riera ayer, dando por acabado el "procés" y
pasando a la oposición, podría leerse como una ruptura de la unidad
independentista. Esa es la piedra de toque de la situación. Si la unidad
se rompe, se acaba el procés y la independencia y la república. Y el
responsable de esa ruptura probablemente caiga en el ostracismo
electoral. Pero, ¿se ha roto esa unidad? Riera deja claro que su
presidente es Puigdemont o en quien él delegue, pudiendo delegar. Eso no
es romper unidad alguna sino sostener una visión rupturista no interna
sino externa al proceso. Algo legítimo. Como legítima es la propuesta de
JxC y ERC de proclamar un gobierno "efectivo" que Palinuro calificó de
"fabiana".
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