lunes, 12 de marzo de 2018

Relato incomprensible

La escena la explico como la viví. En un restaurante de calidad, en un pequeño pueblo del Penedès, muy frecuentado por todo tipo de personas, naturales de la región y gentes con buen gusto de Barcelona y todas partes. El establecimiento –glosado en guías internacionales– está en una zona electoral donde el sí a una hipotética independencia ganaría cómodamente. El propietario es un hombre inteligente y rápido. Es un buen auscultador del momento, habla a diario con mucha gente, con la franqueza que provoca el buen yantar. El otro día me dio este titular, mientras me servía una carn d’olla; tan sabrosa que reinventaba el canon:

 “La gente empieza a estar muy harta, de todo esto; me cuentan que, si se repiten las elecciones, no irán a votar, y son precisamente los más motivados”.

Den el valor que quieran a este comentario. No es un sondeo de opinión, no tiene representatividad estadística, pero revela un estado de ánimo. Es una pequeña fotografía de un instante. La frase me confirma lo que yo mismo detecto entre muchos votantes independentistas: incomprensión de lo que hacen y no hacen los elegidos el 21-D, cansancio ante el tiempo muerto y una irritación creciente.

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