lunes, 30 de abril de 2018

Caracoles, una larga historia de amor y odio

Las modas gastronómicas los han exaltado o despreciado, pero ahora vuelven en la alta cocina.


Pocos platos dividen como los caracoles. O se adoran o se detestan. Comida de pobres o delicatessen como la trufa o el foie gras.
Este pequeño gasterópodo alcanza la velocidad máxima de 4 metros por minuto, pero su rastro brillante sigue la evolución de los humanos desde el descubrimiento del fuego.
Desde la prehistoria hasta la Edad Media
En las cuevas prehistóricas se han encontrado cúmulos de conchas perfectamente limpias. Los caracoles eran una presa mucho más fácil de capturar que un mamut. Desde entonces nunca dejamos de comerlos, a pesar de su inestable fortuna como género gastronómico. Han oscilado entre alimento de rara delicadeza y plato para burdos, comida impura (lo dicta Moisés en la Biblia) y recurso para médicos y pacientes.
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