Los tanques ideológicos de la tercera Restauración
española han entrado ahora en el terreno de la educación en Catalunya,
una educación cuyos métodos pedagógicos no comprenden ni comparten, pues
se hallan muy lejos de su ideario oscurantista tradicional.
Ahora resulta que los docentes de las escuelas públicas catalanas “adoctrinan” a sus alumnos para que se transformen en “radicales” independentistas, y además practican el tan manoseado “bullying” con los hijos de los guardias civiles que tienen en sus aulas.
Todo ello se basa en las denuncias de algunas de las familias de esos
chicos, que en su conjunto representan un porcentaje ínfimo del
alumnado. No consta la opinión del resto de los alumnos y de sus
familias, que podrían atestiguar respecto a la veracidad de las
denuncias.
Y el mecanismo es el habitual. La gente de la caverna mediática (en este caso “El Mundo”, pero podía haber sido “El País”
o cualquier otro tebeo de baja estofa) publica un seudo informe
acusando a una serie de profesores y profesoras de adoctrinamiento. El
reportaje incluye nombres y fotos, como acostumbraba a hacer la prensa
pro-nazi en los albores del Tercer Reich. Esa insidiosa publicación
parece que no importa a la fiscalía de turno, siempre dispuesta a tomar
partido en sentido contrario. A quien sí interesa es a algún juez que
pasaba por allí y que de seguro encontrará indicios de criminalidad u
otras lindezas similares.
Y, ¿cuál es la causa principal de ese oprobio? Pues nada menos que
comentar en las aulas y abrir un debate entre los alumnos, en las
semanas posteriores a la gran bronca del día primero de octubre, en la
que unos cuerpos de seguridad del Estado, siguiendo las instrucciones de
la “autoridad competente”, apalizaron a sus propios conciudadanos, cuya única pretensión era poder votar respecto a su futuro político.
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