El hombre del odio

Si usted, Sr. Rivera, conociese algo de la historia contemporánea de España sabría que está suscitando el odio que usted y sus aliados han convertido en absurdo delito para habilitar ese odio como instrumento de guerra.
Si usted, Sr. Rivera, conociese algo de la historia contemporánea de España sabría que sus discursos, aunque con absoluta carencia de calidad verbal, recuerdan los discursos incendiarios de Gil Robles, de Calvo Sotelo, de José Antonio Primo de Rivera y de tantos otros dirigentes que destruyeron en dos años de gobierno la modernización republicana, entre otras cosas la reforma agraria –hasta con la quema de cosechas para hundir en el hambre más negra a los trabajadores del campo–, paralizaron la reforma militar, conspiraron con una iglesia anticristiana, se enfrentaron con violencia armada a los nacionalismos periféricos, reprimieron con una crueldad memorable la protesta asturiana para recuperar los modestos avances sociales de los mineros...
Si usted, Sr. Rivera, supiese algo de algo, se avergonzaría de intentar el triunfo electoral de 1933. Usted tiene la guerra y la represión dentro del alma. Tiene el 155 como única arma para hacer política. Usted odia hasta justificar con el código penal en la mano la resurrección de una España embarcada en su permanente barbarie. Se lo dice un anciano qué si sabe la historia de la derecha española.
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