Pero como potros salvajes. Todos los
jueces y todos los fiscales piden a coro la dimisión del ministro. Ha de
ser chungo eso de que te repruebe el Parlamento y, acto seguido, se te
subleve la tropa y pida tu dimisión, ahora solo pendiente del paladio de
M. Rajoy, el 155. Que no es poca cosa.
Catalá no dimitirá porque tiene una tarea urgente que hacer: legislar en
caliente sobre el juicio de "la manada" tras decir dos semanas antes
que no se puede legislar en caliente. Sí, en efecto, es de pena. Pero
todo en este ministro es de pena (no de lo penal sino de lo jondo), de asombro y chirigota. Eso de acusar con el dedo al magistrado discrepante lo deja a la altura del betún.
Y en la altura del betún lo increpa el presidente del CGPJ,
pidiéndole que no haga una "utilización política"
de la justicia. Algo pasmoso por dos razones: 1ª) porque, siendo
ministro, está justo para eso, para utilizar políticamente la justicia y
es lo que hace; 2ª) quien está para que evitar que alguien, quien sea,
hasta los mismos tribunales, haga un uso político de la justicia es,
precisamente el CGPJ. Y en esto, la verdad, es que su expediente es
negativo...
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