Los periodistas, locutores, publicistas que militan en el machismo sin complejos están de enhorabuena. Van a tener trabajo atacando a las feminazis, las violadoras, las falsas violadas, las excitadas sexualmente y demás necedades del hirsuto ideario del macho ibérico. Las actividades feministas (por darles un nombre que se les está quedando pequeño) tienen un impacto enorme en la sociedad y no solo entre la clase política y los partidos, obligados a feminizarse de verdad; también en otros ámbitos sociales, empresariales, funcionariales, mediáticos. El movimiento interpela a todas las mujeres y cada vez más de estas, en zonas mediáticas privilegiadas, se ven obligadas a abandonar la ambigüedad y defender un feminismo más consecuente, incluso radical. A la vista del cierre de filas del patriarcado en todo el arco penal, desde los delincuentes hasta los jueces y juezas que los juzgan, es preciso revisar el alcance de los términos.
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