El mundillo oficial español se regocija del encuentro y hasta hay quien habla de "deshielo". Era tan bajo el nivel a que habíamos caído que el solo hecho de dialogar, de hablar durante dos horas y media, se considera un triunfo digno de una apoteosis. Hablar entre ellas, lo que hace a las personas ciudadanas, pues, para negarse a hacerlo, es preciso ser bestias o dioses, según Aristóteles.
Salvadas las alharacas, el contenido de la prolongada reunión es más
bien flaco. Grandes nombres, comisiones bilaterales de esto y aquello,
paralizadas desde el comienzo de la plaga de M. Rajoy, para negociar
transferencias, competencias y otras esencias. Es el concepto de
negociación política de Sánchez. Añade, como gesto de buena
voluntad la retirada de la batería de recursos del PP contra las leyes
sociales de la Generalitat, detenidas, paralizadas, anuladas,
suspendidas o desmochadas, según procediera.
Y prou. ¿Autoderminación? No me suena. ¿Presos políticos? No me constan.
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