“Esforcémonos en vivir con decencia y dejemos a los murmuradores que digan lo que les plazca”
Molière (1622-1673)
La violencia, un problema mundializado, sin resolver.
El mundo arde en ideologías que son un verdadero tormento, con lo que
esto conlleva de inseguridad e incluso de violación de los derechos
humanos, que sumado al descontento económico de las gentes, en parte
propiciado por esa falta de empleo digno que todos nos merecemos,
acreciente una atmosfera verdaderamente preocupante. Hay que dejar de
lado el resentimiento y activar, con paciencia y clemencia, otros
lenguajes menos ofensivos. Ya está bien de enfrentarnos unos contra
otros. Prohibamos los discursos de odio y los llamados a la violencia.
Es cuestión de tomar conciencia de que lo armónico es fruto del
desarrollo integral colectivo, donde nadie puede quedar excluido, pues
todo individuo tiene derecho a determinar la dirección y el alcance de
su futuro. Propiciemos esos pequeños gestos comprensivos, cada cual en
su lugar, sin obviar ese respeto inherente de uno mismo, una de las
primeras condiciones para saber coexistir y cohabitar...
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