El cronista lamenta haber pecado de
ingenuo y tenía la esperanza de que el monarca impidiera la renovación
de un ducado de este tipo en un ataque de sentido común. Según el
periodista, lo tenía muy fácil, “haber anulado el Ducado le habría
valido el aplauso entusiasta de más de media España, la comprensión o al
menos la indiferencia de la mayor parte del resto y el rechazo de una
minoría muy minoritaria de ultraderechistas. Un coste despreciable para
un acto lógico y justo que le habría reportado un importante rédito, a
nivel de prestigio”...
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