Es por ello que alardear (como hace el Estado español reiteradamente) de partidos constitucionalistas, de Estado de derecho, de respeto a la ley, de separación de poderes, de soberanía popular, de garantías procesales, etc., mientras se reprime física y psíquicamente, se encarcela, se humilla, se ahoga económicamente, se coacciona, se penaliza, se amenaza, se persigue fiscalmente, se ningunea... es pura demagogia, retórica de cartón piedra para convencer a una multitud de analfabetos funcionales.
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