Antes de morir, la cantante dejó una autobiografía en la que detalla lo duro que fue crecer como una mujer negra.
La voz de Billie Holiday es inolvidable. Lo mismo ocurre con la vida de Lady Jazz. La cantante falleció en 1959 a los 44 años, víctima de una vida rota y adicta a las drogas. Pero tres años antes de su muerte dejó escrito uno de sus legados más poderosos, una autobiografía que titulaba Lady Sings the Blues. A través de este escrito, la intérprete detalla con sus propias palabras los abusos y vejaciones sufridas, sus problemas con la heroína y lo duro que fue crecer como mujer negra en un Estados Unidos racista y segregada. Como la dama del jazz dice en el libro: “Nadie entona la palabra hambre como yo o canta como yo la palabra amor”.
El volumen, publicado hace más de 60 años, acaba de ser reeditado por la casa editorial Penguin en su colección de clásicos modernos. Una joya para los amantes del buen jazz que da pie al recuerdo de muchas de las anécdotas y vivencias de la intérprete de Summertime. El libro también sirve de recordatorio de algunas de las incorrecciones narradas por la cantante en este volumen. Como han recordado a lo largo de estos años muchos de los biógrafos de esta voz turbulenta y conmovedora, Lady Sings the Blues es un libro lleno de mentiras.
No hay que adentrarse mucho en sus páginas para encontrar imágenes que no concuerdan del todo con la realidad de Billie Holiday aunque estén cargadas del mismo dramatismo que marca su música. Un ejemplo es la primera descripción que ofrece en el libro de su familia: “Mis padres eran un par de críos cuando se casaron. Él tenía 18 años; ella, 16, y yo 3”. Entre las inconsistencias de ese simple párrafo está el hecho de que los padres de Holiday nunca se casaron. Ni tan siquiera vivieron bajo el mismo techo. Su madre, Sadie, tenía 19 años cuando dio a luz en Filadelfia a Eleanora Fagan, su nombre de pila.
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