"La sociedad reacciona con mayores reproches a los partidos, reprochándoles que hayan de ser los presos quienes den pasos adelante"
No, qué va. Son delincuentes, según la vicepresidenta del gobierno; son políticos presos, o sea, presos comunes. Porque, como sabe todo el mundo, los delincuentes y los presos comunes se ponen en huelga de hambre de tanto en tanto.
En Francia arde París y aquí arde Catalunya, aunque son incendios distintos. Pero incendios.
El movimiento independentista, explicado en la "verdadera" izquierda
española como una cortina de humo del 3% de la corrupta burguesía, toma
aires cada vez más gandhianos. Unos presos de conciencia, no violentos,
injustamente encarcelados, ponen ahora en riesgo su vida por sus
convicciones y levantan una ola de solidaridad y apoyo en Catalunya que
vaya usted a saber hasta dónde llegará.
Entre tanto, los cerebros de la derecha, con la buena fe que los
caracteriza, avisan a los catalanes de que un puñado de listos y
aprovechados los han engañado y los han dejado tirados con dos palmos de
narices. Perspicacia.
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