Vaya con estos infieles catalanes. Infieles han de ser, y pecadores/as contra la Santísima Trinidad pues, como se sabe, el cardenal Cañizares ha declarado que la unidad de España es obra del Espíritu Santo. No es un terreno propicio para negociación alguna. Te descuidas y te salen con que ya Cristo arrojó a los mercaderes del templo. Y ya se sabe quiénes son los mercaderes aquí.
A pesar de todo, véase a los dos consellers catalanes erre que erre en
el AVE a Madrid, a condicionar los PGE a la aceptación de una mesa de
diálogo como la que propone el fugado Puigdemont. Es un viaje
contra el tiempo, porque, ya antes de abordar el tren, el gobierno ha
contestado negando la petición por boca de la ministra de Hacienda, Montero, que rechaza de plano la mesa de negociación. Una respuesta asaz veloz, más rápida que la pregunta, como en el cuento chino del tigre más rápido que sus rayas.
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