Dejémonos de rodeos por un momento. Cuando utilizan el término ciudadanos, lo que en realidad quieren decir es esclavo, siervo, sirvientes.
Cuando intentan embaucarnos señalando a la sociedad como parte de la
clase media, lo que en realidad nos quieren decir es que pertenecemos a
la clase media de los obreros que ellos han creado. No se refieren a la
clase media burguesa como tal. Es imposible. No tenemos la tradición, ni
la cultura, ni la formación, ni la estirpe para pertenecer a ese
estrato social al que nos quieren encomendar, al que en una halo de
iluminación, nos designan.
No es así. No pertenecemos a esa sociedad que nos quieren hacer ver.
En primer lugar, porque el ciudadano de a pie no tiene el patrimonio de
un miembro de la clase media o de la burguesía, no tiene el acceso a
esos ambientes que se presupone que debe tener. Nosotros, aquí, el
proletario de siempre, con la camisa sudada del vecino de enfrente- como
decía el poeta-, con las manos llenas de llagas. Nosotros, aquí, en
pie, con la piel rasgada por la sed y el hambre, con nuestra vida a
rastras,
no tenemos tiempo para asistir a los grandes actos sociales de
la burguesía, mientras que nuestros hijos proclaman pan en medio de la
madrugada.
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