Aquí mi artículo de ayer en elMón.cat, titulado Contraatac. Tiempo nuevo. Nuevas esperanzas.
Un orgullo escuchar y leer a los presos y presas políticas catalanas
afirmar alto y claro ante el juez Llarena sus convicciones
independentistas, su compromiso con la República Catalana, su propósito
de seguir luchando por ella en el ejercicio de sus derechos. Un orgullo y
un alivio.
Han sido meses tragando, disimulando, haciendo de tripas corazón a causa
de una táctica procesal de defensa errónea. Meses diciendo que unas
gentes injustamente encarceladas por sus convicciones políticas tienen
sus derechos intactos, esos que los jueces injustos no les respetan,
aunque no haya sentencia firme. Todos. Intactos. Incluso el derecho a
desdecirse, a retraerse, a negarse. ¿Y qué? decíamos con cierta amargura
de fondo. ¿No negó Pedro tres veces al Señor? Y aun así, fue cabeza de
su iglesia.