Un asunto casi ausente de la campaña.
El 'caso Pretoria' y el 'caso Palau' son armas arrojadizas cuya utilización parecía inevitable.
La primera grieta importante dentro del denominado oasis catalán fue abierta por el president Maragall con su denuncia del 3% que los contratistas supuestamente abonaban al partido en el poder. Por razones inexplicadas, el escándalo no llegó a mayores y todos los partidos acordaron pasar de puntillas sobre él. Ya más recientemente, dos nuevos casos parecían ser fuente de poderosa munición para dañar a las formaciones en ellos implicadas dada la cercanía de una contienda electoral. El caso Pretoria y las varias derivaciones del denominado caso Palau son armas arrojadizas cuya utilización parecía inevitable dada la despiadada lucha por el voto que con la campaña se abría. También a nivel municipal había algún que otro filón, pero de tono mucho menor a los anteriores.
Hasta la fecha, no parece que los ataques entre formaciones hayan hecho de la posible corrupción que tras los mencionados casos se esconde un leit-motiv de su contienda. Sin duda, la agresividad que en los oradores provocan los mítines puede manifestarse en algún aguijonazo aislado.
Pero dudo que oigamos un análisis serio sobre las causas y los remedios de prácticas que, de confirmarse, debilitan la fe de los ciudadanos en la política...
Por A. Serra Ramoneda Presidente de Tribuna Barcelona.
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