Cuando el universo era muy joven, casi recién nacido, no podía existir la materia como la conocemos actualmente en el universo visible, en la Tierra o en los mismos seres humanos, ya que era demasiado caliente y turbulento para que se formaran las partículas de los átomos.
Pero reproducir esas condiciones es importante para conocer las leyes fundamentales de la materia y para averiguar cómo era el cosmos al principio. En el acelerador de partículas LHC, los científicos han dado un paso más en esa búsqueda al producir una especie de sopa supercaliente y superconcentrada que los físicos denominan plasma de gluones y quarks.
Resultados de las colisiones de iones pesados (núcleos de átomos de plomo) en el detector Alice del acelerador LHC.
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