Un viaje a los últimos descubrimientos que los expertos han encontrado buceando en los epistolarios de personajes ilustres.
“El recuerdo de aquellas caricias me trastorna de forma extraña. (…) Quiero que me ames con todo el ardor de tu deseo, que me hagas gozar violentamente bajo tus abrazos perversos”. En una letra redonda, perfecta, Simone, una francesa de la década de los veinte, imploraba a su amante Charles poder verlo cuanto antes. Durante dos años de relación con él rompió los tabúes sociales y sexuales de la época; se entregó completamente para mantener satisfecho al hombre que amaba, casado y más joven que ella. Su historia quedó grabada en un fajo de cartas, hallado el año pasado por un diplomático francés en el sótano de la casa de un amigo al que estaba ayudando a limpiar. Un descubrimiento novelesco que seguramente no tenga equivalente el siglo que viene, porque ya casi nadie escribe cartas.
Simone, una francesa de los años veinte, le escribe a su amante Charles.
“Pego mis labios a los tuyos, en un beso profundo en el que pongo todo mi corazón…”. A pesar de su pasión incansable, la historia de Simone con Charles acabó en ruptura. Las demandas sexuales de ella, que culminaron en un intercambio de roles de género, terminaron por alejar a su amante definitivamente. Quizá volviera saciado a su vida de casado, o avergonzado por sus transgresiones morales. La lectura de su historia no se limita a la observación o al viaje en el tiempo; representa la oportunidad de meterse en otra piel. Fuente+infor
“No me opongo en absoluto a la tecnología moderna”, utilizo el e-mail, tengo varios blogs en que comento e incluyo pequeños comentarios. Tengo contactos por WhatsApp, con varios amigos, pero el uso de la escritura para una carta, notas, pedidos y los reportes de los viajes, se terminaron en el momentos de dejar mi vida laboral. Conservo varias agendas de aquellos años, que no dejaban de ser libretas corrientes donde anotaba mis visitas y pegaba recortes, entradas y cosas que me llamaban la atención. Hoy todo el mundo está muy preocupado la inmediatez y con lo que va a ocurrir. Los mensajes del móvil han motivado un descenso en la utilización del e-mail . Hemos perdido el placer de escribir meditando los que queremos contar, explicar o pedir mediante la escritura, que tratábamos como si dibujásemos.
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