martes, 13 de marzo de 2018

Agitación social, bloqueo político

Parafraseando a Marx en su análisis sobre las Cortes de Cádiz de 1812 –en la isla de León, ideas sin acción; en el resto de España, acción sin ideas–, cabría describir de forma similar el Congreso de los Diputados en este 2018: en la Carrera de San Jerónimo, ideas sin acción; en el resto de España, acción sin ideas. Basta contrastar las movilizaciones de las mujeres, pensionistas y parados con la retórica bizantina de casi todos los parlamentarios, para  llegar a la conclusión de que la España social poco tiene que ver con la España política.  Parece  bastante evidente que la primavera social en curso precede, paradójicamente, a todo un invierno político en gestación avanzada. Cuanto más alto y claro se habla desde la calle, más bajo y oscuro se habla desde la mayoría de los escaños.
En ese divorcio se mueve a sus anchas un gallego como Rajoy. Tanto que este escenario, repleto de rebeliones sociales, no lleva camino de ser su epílogo sino, por el contrario, su nuevo prólogo en la Moncloa. La fuerza relativa  del PP no radica hoy mismo  en su rapidez de acción o audacia reflexiva – inexistentes en la Moncloa– sino en la vacilación impotente, la lentitud, apatía e indecisión de sus adversarios ante la nueva explosión social que acaba de estallar en la sociedad española.  Rajoy, mientras tanto, se limita a esperar con los brazos cruzados a  ver pasar el cadáver de una alternativa gubernamental al gobierno que viene presidiendo desde hace siete años.
Efectivamente, no hay alternativa al Gobierno de Rajoy, ni se la espera...
Basta ver como Albert Rivera pierde fuelle  justo hoy,  cuando podía rematar a Rajoy...
Mucho peor es lo de Sánchez. Sin reconciliarse con los enemigos que le defenestraron...
Alemania apoya a su profeta Rajoy.
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