Vivimos rodeados de anuncios que nos dicen que tenemos que reciclar,
que es muy importante echar los plásticos al contenedor amarillo para
que así tengan una segunda vida y el planeta sea un lugar mejor. Lo que
nadie dice es que los plásticos son muy difíciles de reciclar y el
pequeño porcentaje que sí es reciclado se convierte en un plástico de
poca calidad y económicamente poco rentable. Esto tiene como
consecuencia que la forma que se tiene de dar salida al plástico que
producimos y tan bien separamos sea incinerándolo para, en el mejor de
los casos, obtener energía.
Debemos cambiar nuestra manera de pensar: el mejor reciclaje que
existe de un residuo es no producirlo. Como todo es más fácil decirlo
que hacerlo, una simple visita a cualquier supermercado puede
convertirse en un calvario para una persona que quiera romper con el
plástico.
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