La corrala era un tipo de vivienda característico del viejo Madrid
(hoy casi desaparecido), en el que un patio central, a la vista de todos
los vecinos, se transformaba en el foro compartido de festejos,
reuniones y todo tipo de celebraciones comunitarias. La corrala puede
contemplarse desde una óptica arquitectónica, pero también sociológica.
En la capital del Estado quedan pocos indicios de aquellas galerías
abiertas desde las que el pueblo expresaba sus penas y alegrías, pero
han quedado las huellas del entramado social que les dio vida.
Ahora la corrala la tenemos en el Congreso de Diputados, en el
Senado, en las radios públicas y privadas, en los periódicos de papel,
en los digitales, en las tertulias televisivas, en el Tribunal Supremo,
en la Audiencia, en la Fiscalía, etc. etc. Todos estos agentes cuentan
además con las redes sociales, que amplifican sus declaraciones o
comentarios hasta llenar el espacio de basura informativa, abundante
material que genera confusión y malestar.
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