Se llama 'döstädning', se resume en seis pasos y no solo es todo un detalle para quienes te sobrevivirán, sino que es la única manera de preservar tu intimidad. Si no que se lo digan a Sarah Baddiel.
Ya se sabe que los nórdicos lo hacen todo bien: ellos han exportado conceptos como el hygge o lagom, que son como nuestro "sofá, peli y mantita", pero con chimenea y vistas a un lago helado. En Suecia la gente también se muere igual que en todas partes, pero sin dejar de atender cierto protocolo. Se llama döstädning, un acrónimo de dos palabras que significan "muerte" y "orden, limpieza". Eso es lo que propugna: someter nuestro hogar a una criba profunda como favor hacia quienes nos van a sobrevivir.
Es también la única manera de preservar nuestra intimidad. De haberse popularizado a tiempo, se podría haber evitado —y los que aún vivimos nos habríamos perdido— más de un capítulo póstumo
cuyos protagonistas habrían preferido dejar enterrado bajo llave. Hace
en las vísperas de Navidad cuatro años, la escritora Sarah Baddiel murió
dejando en su casa de Londres una enorme colección de material
relacionado con el golf que había ido reuniendo a lo largo de los años
para impresionar a su amante. Entre sus cosas, su hijo David Baddiel,
conocido cómico inglés, también encontró unos poemas eróticos que su madre había escrito para su compañero sexual.
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